Si me estás escuchando
creo que lo mejor es verte sudando.
Me has dejado tantas veces loco
que ya no se ni por poco
por donde salir.
Al ver, al vivir
tan mal como siempre
de lejos si nunca.
Tiro en la nuca
por no vivir como sirviente.
Vivo de rodillas
mientras en el puto gym
tú haces sentadillas.
Cigarrillo y cerveza sin
mientras yo toco tu mierda
con mis manos, sin guantes.
Lo que tú llamas inmigrante
yo lo llamo esclavo
y lo que tú llamas familia humilde
yo lo llamo muerto de hambre.
Que es fácil defender a Hitler
cuando eres rubio y blanco.
Pero ya no lo es tanto
cuando tu hijo se cambia de bando.
Deja de pensar qué decir
y ponte a atacar al más vil.
Al sucio del dinero
que por la tele rotulan banquero.
Al que juega al Monopoly
con los sueños de mi hijo
y los billetes de mi finiquito.
Y tú mientras, apuntando en tu posit
la fecha del último gobierno
que bajó 2€ las pensiones
mientras tú te tocabas los cojones
y yo me ahogaba en mi infierno
Que mientras tu vives
yo leo a Delibes
para ver si encuentro el camino
para limpiar esto de ratas
y no tener que ser el emigrante
que perdió su diario.
Ahora escucho la radio
donde dicen que es importante
saber qué acatas
pero aún más tú destino.
Voy en el metro
y es de noche.
Toca de queda pasado.
Mis zapatos algo retro
y faltos de derroche
porque incluso son robados
de no sé ni dónde.
Escalinatas hasta casa
empinadas como Enero.
Acabo el día entero
pero sin saber qué pasa.
—
Poesía de Julián Fernández Ortiz (@jotadoce_)
Imagen extraída de Economía y Sociedad.